Mi marido se durmió borracho
Hoy les vengo a contar cómo fui infiel a mi esposo estando él en la casa, envuelto en el sueño del vino. Fue durante un fin de semana en el que decidimos organizar una reunión en casa, uniendo a compañeros de trabajo tanto suyos como míos. Preparamos una parrillada en el patio; nuestros amigos comenzaron a llegar, sumando unos diez en total, llenando la noche de risas, conversaciones y el ritmo del baile... La estábamos pasando espléndidamente. Algunos eran parejas, otros apenas comenzaban a conocerse, ya que entre los amigos de mi esposo y los míos no había mucha familiaridad. Las bebidas fluían como un río sin fin, y cerca de las 2 am, varios ya estaban navegando por las olas de la euforia. Para las 3 am, la mayoría ya había partido, quedando solo cinco almas.
Mi esposo estaba sumido en un mar de borrachera, tanto que se quedó dormido en el sofá, con la copa aún en su mano como un ancla. Yo seguí bailando, cuidándome de no sumergirme demasiado en el alcohol; solo estaba ligeramente mareada. Bailaba con el amigo de mi esposo, un hombre de unos 45 años, mayor que yo por 15 años. Su tacto era atrevido, deslizando sus manos por mi cuerpo y bajando hasta mi cintura, aprovechando que mi esposo estaba perdido en el sueño, se desinhibió más, tocándome con una audacia que no había mostrado antes. Me apretaba contra su cuerpo, haciéndome sentir su calor que comenzaba a despertar. A mi lado, mis compañeros de trabajo se movían con una pasión que se podía cortar con un cuchillo, besándose y acariciándose, sus gemidos eran como una melodía nocturna, aumentando mi excitación. Así que tomé al amigo de mi esposo y lo llevé a mi habitación... no podía más con la emoción que corría por mis venas, necesitaba ser consumida por su presencia.
Entramos y lo empujé hacia la cama como si fuera una hoja al viento. Bajé mi falda, mostrando solo lo necesario, y me subí sobre él, moviendo mi cuerpo en una danza sobre su ser aún envuelto en tela. Él me miraba, sus manos en mis caderas, guiándonos a una unión más cercana, creando una fricción entre nosotros. Me elevé un poco, deslicé el cierre de su pantalón y revelé su esencia, asombrada por su magnitud y una ligera curva. Sin dudarlo, lo acogí en mí, quedándome quieta para sentir cómo me llenaba por completo. Comencé a mover mis caderas en círculos, explorando cada rincón de mi ser. Él, con urgencia, comenzó a moverse, tocando mi punto más sensible, humedeciéndome cada vez más con cada movimiento. Mis gemidos eran incontrolables, sabiendo que mis compañeros podían escucharlos, pero no me importaba, ellos estaban igualmente envueltos en su propio baile de pasión.
Me giré, quedando de espaldas a él, comenzando un jinete inverso que me elevaba a nuevas alturas, sintiendo cómo su esencia tocaba mi punto más profundo, llevándome a múltiples cumbres. Lo cabalgué durante un buen rato mientras él exploraba mi cuerpo, jugueteando con mi esencia, dilatando mis sensaciones con sus dedos. Mi cuerpo ardía, acercándose a un éxtasis sublime.
Luego, me puso en una posición de sumisión, llenando mi boca con su esencia, dejándome saborear una fusión de nuestros seres. Mis gemidos eran silenciados por su presencia en mi boca, mientras a lo lejos oía a mi compañera gemir en la sala. Solo esperaba que no despertaran a mi esposo, aunque con su borrachera, podría no notar nada si no eran demasiado ruidosos, y yo no quería detener el placer que estaba compartiendo con el amigo de él.
Después de un rato, me dio la vuelta, mi cuerpo quedando completamente a su disposición. Introdujo su esencia en mí, tomando mi cabello en una danza apasionada, cada movimiento resonando en mi ser, mojando mis piernas y su presencia con mi flujo. Su ritmo se aceleraba, y yo sentía cómo mis paredes se contraían, abrazando su esencia con cada empuje, hasta que liberé un gemido y un fuerte chorro de placer salió de mí. Era solo el segundo hombre en mi vida que me llevaba a tal éxtasis, mojándolo completamente. El chorro no cesaba mientras él continuaba, y yo me dejé caer en la cama, exhausta y satisfecha. Él se masturbó sobre mí, llegando a mis pechos y rostro, pidiéndome que probara un poco de su esencia. Se levantó, y no sé en qué momento se había deshecho de sus pantalones, pero se los puso nuevamente, me besó y me dijo:
Hermosa, qué rico como llegas. Espero que vuelvas a invitarme a una fiesta; esto queda entre vos y yo.
Me quedé en la cama un rato hasta que escuché pasos acercándose. Me levanté y me puse una bata, pensando que era mi esposo, pero eran mis compañeros. Entraron y vieron el desorden, la cama húmeda y mi expresión de recién saciada.
Ellos tampoco se quedaban atrás; se veía que habían disfrutado de la noche. Me informaron que mi esposo seguía durmiendo y que ya se iban.
Al día siguiente, mi esposo se levantó y vino a la habitación, despertándome y disculpándose por haberse quedado dormido temprano. Yo, con una sonrisa, le dije que no había problema, que todos se habían ido y que me había acostado.
SI TE GUSTÓ ESTE RELATO, DÉJANOS TU OPINIÓN Y TE INVITAMOS A RECORRER EL BLOG PARA VER OTRAS HISTORIAS. TAMBIÉN PODES SEGUIRNOS EN FACEBOOK, TWITTER O BIEN SEGUIR ESTE BLOG CON EL BOTÓN QUE ESTÁ ARRIBA A LA DERECHA... ASÍ ESTARÁS AL TANTO DE LAS NUEVAS HISTORIAS Y RELATOS... SALUDOS Y GRACIAS.
QUE AFORTUNADO SENTIR COMO TERMINAS Y MOJAS TODO CON ESE CALOR DE TUS JUGOS
ResponderBorrarmuy rico esté tipo de relatos
ResponderBorrarMuy bueno te felicito
ResponderBorrarExcelente relato.
ResponderBorrarMe gusta mucho
Excelente muy bueno
ResponderBorrarExecelente relato
ResponderBorrar