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MI MADRE, MI TIA, MI PRIMO Y YO Historias y relatos de la vida real

Hola a todos y a todas, amigos y amigas del grupo de Facebook "Historias y Relatos Hot". Espero que disfruten de esta historia, y si es así, no olviden dejar su comentario sobre qué les pareció.




Desde mi infancia, mi hogar fue un pequeño mundo aislado, donde solo tres almas tejían la trama de nuestra existencia: mi madre, mi tía y yo. Sin padres, ni abuelos, éramos como barcos a la deriva en un mar de soledad. Mi madre, una joven madre soltera que navegó en aguas turbulentas desde los dieciocho, y mi tía, quien tras un naufragio amoroso a los treinta, se convirtió en un faro en medio de la tempestad.

Los ecos de la tragedia nos acompañaron; mis abuelos perdieron la vida en un trágico accidente cuando yo tenía apenas diez años, dejando solo recuerdos difusos en nuestra memoria. De mi padre, un "muchacho" que se desvaneció en el tiempo, solo tengo retazos de su existencia: un hombre que, tras embarazar a mi madre, eligió la vida con una ricachona de fortuna, pero sin ningún tipo de encanto. Cuando finalmente quiso acercarse a nosotros, mi madre lo desechó como un viejo recuerdo.

Mi tía Gabriela, una ginecóloga dedicada, y mi madre Adela, quien a pesar de haber pausado sus estudios, logró convertirse en profesora de economía, formaban un dúo formidable. Heredamos de nuestros abuelos una casa y una pequeña tienda de materiales eléctricos, suficientes para vivir sin excesos, pero con la libertad de explorar el mundo.

Todo comenzó cuando yo tenía dieciocho años. Rafael, mi primo y mejor amigo, y yo éramos más que familiares; Éramos cómplices de cada travesura. Juntos atravesamos las puertas de la adolescencia, como quienes se adentran en un bosque desconocido. Fue con él que, entre risas y confidencias, nos perdimos en las luces de una discoteca por primera vez. Y fue también en una noche de excesos donde, entre tragos y risas, Rafa me confió una inquietante reflexión:

—¿Sabes, Mikel? Somos unos tontos.

—¿Por qué dices eso, Rafa?

—Porque tenemos unas madres maravillosas y las dejamos solas, expuestas a cualquier oportunista.

Sus palabras eran como un eco en mi mente, resonando en mis pensamientos. A medida que el tiempo avanzaba, empecé a observar a mi madre con otros ojos, como si una bruma se disipara. Descubrí en su figura la belleza de su juventud: a sus cuarenta años, poseía curvas que desafiaban el paso del tiempo, provocando en mí una sensación desconocida. Mis miradas furtivas se convertían en un juego de sombras, espiando la luz que se filtraba en su habitación cuando se cambiaba, cuando cruzaba las piernas, como una mariposa que se asoma al mundo.

Sin embargo, algo cambió en Rafael. Su risa se desvaneció, y comenzó a desaparecer, como un sol que se oculta tras las nubes. Cuando lo visitaba, su casa estaba llena de secretos, y las miradas entre él y mi tía eran como fuegos artificiales, iluminando un cielo que jamás había imaginado. La conversación que habíamos tenido tomó vida, y yo, impotente, solo podía observar.

La vida continuó su curso, hasta que una tarde, mi madre me preguntó con voz temblorosa si saldría esa noche. La conversación con mi tía había sembrado inquietud en su alma, y su mirada era un océano de confusión. Su revelación fue como una tormenta que estalló en mi pecho:

—Tu tía y Rafael son amantes, Miguel, y desean que los aceptemos así.

Las palabras flotaron en el aire, pesadas como un plomo. No pude evitar preguntarme SI, en un giro del destino, el amor puede cruzar las fronteras del tiempo y del tabú. Mientras mi madre se debatía entre la razón y el deseo, la sombra de mis sentimientos emergió, como un río desbordado.

Regresé a casa con el alma en vilo, tratando de olvidar, pero mi mente era un laberinto donde la imagen de mi madre danzaba con cada pensamiento. La vi en el rostro de cada mujer que pasaba, y el fuego en mi interior ardía más intenso.

Cuando la noche llegó, mi madre, con un camisón que abrazaba su figura, tocó a mi puerta. La luz del pasillo iluminó su silueta, y en ese instante, el aire se tornó denso, cargado de una energía electrizante. Me invitó a continuar la conversación que había quedado suspendida. La cercanía de su cuerpo era un susurro que prometía revelaciones.

—Estoy confundida, Miguel. En parte creo que tienes razón, pero la idea de que tú y yo... es algo que me asusta.

—¿Y si nuestro amor trasciende lo que se espera? —respondí, sintiendo la presión de mis deseos contra la lógica.

Nuestras miradas se encontraron, y en ese instante, el mundo exterior se desvaneció. La besé suavemente, y ella respondió, como un río que se encuentra con el mar. La conexión entre nosotros era un torbellino de sensaciones, un abrazo que desataba tempestades en nuestros corazones.

Cada caricia, cada susurro, era un eco de una conexión profunda que no se podía ignorar. Mientras nuestros cuerpos se unían en una danza sensual, la lógica se desvanecía, y los límites se desdibujaban. Mi mano se aventuró bajo su camisón, explorando el terreno suave de su piel, un mapa de sensaciones que me llevaba a lugares desconocidos.

Ella, a su vez, empezó a responder a mis caricias con un fervor desconocido, como si cada roce encendiera un fuego en su interior. Las sombras de la duda se disiparon y, en ese momento, nos encontramos perdidos en un mar de deseo.

Lo que empezó como un murmullo en el viento se convirtió en un grito silencioso de pasión. Nos entregamos al momento, dejando que nuestros cuerpos hablasen en una lengua que solo nosotros entendíamos.

Así, entre susurros y caricias, nuestra historia se convirtió en un lienzo pintado con las paletas del deseo, donde cada trazo era un reflejo de lo que éramos. Y en ese espacio, donde los tabúes se desvanecieron y el amor floreció, encontramos una libertad que jamás imaginamos


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Comentarios

  1. Hermoso relato! Me encanta el incesto. Me gustaría leer una continuación en la cual las dos parejas hacen un intercambio.

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  2. Muy excitante y candente tu relato

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  3. Wow que rico es poder disfrutar de lo prohibido

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  4. muy bello sensual y cachondo y es algo que sucede aunque es muy fuerte pero valla experiencia y sensaciones únicas

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  5. Cuando un sentimiento es puro y claro como el agua, no hay barreras, lo q hay es respeto, yamor puro.

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  6. Muy buen relato ojalá y tuviera la segunda parte

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