EL INQUILINO
Hola amigos, soy Patricia, tengo 25 años y llevo nueve meses en el dulce yugo del matrimonio. Mi figura es esbelta, mido 1.64 y poseo rasgos delicados con una piel de tono moreno claro. Aunque no poseo la silueta de una modelo, mi cuerpo está bien proporcionado: un trasero redondo y firme como una luna llena, un busto mediano pero erguido, piernas tonificadas que hablan de días de ejercicio y un cabello negro, lacio y largo que cae como una cascada. No es raro que por las calles alguien me lance un piropo, especialmente dirigido a mis curvas.
Mi esposo, ingeniero petrolero, trabaja en las plataformas marinas de Ciudad del Carmen, Campeche. Su trabajo lo arranca de nuestro hogar cada dos semanas, dejándolo ausente por 14 días, para luego regresar y llenar nuestra casa de vida durante otros 14.
Nuestra casa, comprada a crédito, es un refugio de dos plantas con un patio amplio. Al final del mismo, un cuarto para servicio y una lavandería con una puerta que da a la calle de atrás. Las noches sin él son largas, llenas de susurros del viento que parecen gritos en la oscuridad, pero cuando mi esposo está, su presencia es como un escudo de paz y seguridad.
Para aliviar la carga financiera de nuestra boda, la luna de miel, y la casa, ideamos alquilar el cuarto de servicio. Transformamos el espacio en un pequeño apartamento con cocina y baño propio, buscando no solo un alivio económico sino también un poco de compañía para mis días solitarios.
Entró entonces a nuestras vidas Fernando, un hombre divorciado de unos 55 años, que alquiló el cuarto. Al principio, su presencia era como un faro en la noche; amable, servicial, arreglando lo que se descomponía, casi como un padre adoptivo.
Sin embargo, las cosas tomaron un giro inesperado cuando descubrí que, en ausencia de mi esposo, Fernando invitaba a mujeres a su refugio. Al compartirlo con mi marido, él sugirió que, mientras el alquiler se pagara y no hubiera disturbios, no había mucho que objetar.
Una noche, tras la partida de mi esposo hacia su trabajo, Fernando trajo a una chica que parecía demasiado joven para estar con alguien de su edad. Los sonidos de su encuentro atravesaban las paredes, despertando en mí una mezcla de desconcierto y curiosidad.
Curioseando un día tras dejar ropa en la lavandería, me encontré espiando por su ventana. Lo que vi fue un espectáculo de pasión desenfrenada, algo que solo había vislumbrado en mis fantasías más ocultas.
Con el pasar de los días, mi mente empezó a recrear lo visto, soñando con ser yo la protagonista de esas escenas de deseo.
Una tarde, al regresar del supermercado, Fernando me ayudó con las bolsas y, con una sonrisa pícara, mencionó el "espectáculo" que había presenciado. Mis palabras se quedaron atrapadas en mi garganta, mi corazón latía con fuerza. Su franqueza sobre mis reacciones y deseos me sacudió como una ola inesperada.
En ese instante, Fernando se acercó, su presencia envolvente como un manto de calor. Aunque intenté resistirme, su cercanía despertó en mí un torbellino de emociones y anhelos desconocidos, llevándome a explorar los límites de mi propia moralidad.
Con el tiempo, Fernando se convirtió en más que un inquilino; se transformó en mi segundo esposo en la sombra, un compañero de placeres prohibidos durante las ausencias de mi esposo legal. Esta relación dual me daba la seguridad y el amor que necesitaba en su ausencia, creando en mí una vida doble, donde tenía dos maridos, uno ante la ley y otro en la intimidad de nuestro hogar, un secreto guardado entre las paredes de nuestra casa.
Así, encontré en Fernando no solo un protector, sino también un maestro de placeres que mi esposo, por amor o por ignorancia, no me había enseñado. Ahora, cada partida de mi esposo me llenaba de una dualidad de sentimientos: la tristeza de la despedida oficial y la expectativa de los días con mi segundo "marido", Fernando, un hombre que me hacía sentir viva de maneras que nunca imaginé.
Espero que esta historia te haya encantado y haya despertado tu imaginación. No olvides compartirla con aquellos que creas que disfrutarían de un relato lleno de pasiones ocultas y secretos bien guardados. Tu comentario es valioso para mí, así que siéntete libre de dejar tus impresiones o sugerencias. ¡Gracias por leer y hasta la próxima aventura literaria!
Muy rico muy exitante
ResponderBorrarQuisiera ser don fernando o la esposa para disfrutar de todo
ResponderBorrarEsta buenísimo
ResponderBorrarEstá muy bueno excelente
ResponderBorrarMuy excitante el relato
ResponderBorrarQ hermosa eres y q suerte d Fernando x haber saboreado ese riko cuerpo
ResponderBorrarAsi quisiera un inquilino, para que atienda a mi esposa cuando yo estoy trabajando
ResponderBorrarMuy buen relato
ResponderBorrarQue riko relato muy exitante
ResponderBorrarQue tierno y cachondo relato Felicidades
ResponderBorrarExcelente y exitante relato
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