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Mi vecino de 18 años - HISTORIAS Y RELATOS DE LA VIDA REAL





**Un Encuentro Inesperado**
Saludos a todos los lectores de este espacio dedicado a las historias y relatos apasionados. Siempre he disfrutado de leer sus relatos, pero hoy finalmente me animé a compartir el mío. Les contaré una experiencia personal que viví hace algún tiempo, esperando que encuentren en ella algo que les cautive, tal como a mí me cautivó vivirla.
Todo comenzó cuando tenía un joven vecino, apenas 18 años, que me lanzaba miradas cargadas de intenciones y comentarios que, en su inocente insolencia, no dejaban de sorprenderme. A pesar de su juventud, se comportaba como si tuviera una experiencia que le hacía sentir dueño del mundo. Su actitud me llamaba la atención, y en más de una ocasión me sorprendí pensando: *Este chico tiene una seguridad que no se corresponde con su edad*.
A lo largo de los días, su audacia fue en aumento. Cada vez que me lo cruzaba, lanzaba comentarios que rozaban la línea entre lo atrevido y lo irrespetuoso. Me decía cosas como: "Qué curvas tienes", o "¡Qué bonita sonrisa!". Al principio, lo ignoré, pensando que era solo una fase juvenil. Pero llegó un momento en que consideré hablar con su madre. Su insistencia comenzaba a cansarme, especialmente cuando hacía esos comentarios incluso cuando iba acompañada de mis hijos.
Una tarde, decidí que era hora de ponerle fin a la situación. Bajé al departamento de su familia, pensando en hablar con su madre para que lo calmara. Toqué el timbre un par de veces, pero nadie respondió. Sin embargo, a través del sonido de la música que salía del interior, pude darme cuenta de que alguien estaba en casa. Decidí espiar por la cerradura y, para mi sorpresa, lo vi a él, mi joven vecino, en una situación íntima. Lo que vi en ese momento me dejó helada.
Ahí estaba, solo en su sala, en un momento de absoluta privacidad. Aunque era algo natural para un chico de su edad, lo que realmente me impactó fue darme cuenta de que había algo en su manera de estar consigo mismo que despertó en mí algo inesperado. Al verlo en esa posición, experimenté una mezcla de sorpresa y, lo admito, de una curiosidad que me dejó dividida entre la razón y el deseo. Me alejé rápidamente de la puerta, confundida por mis propios pensamientos.
Volví a mi casa, pero las imágenes seguían rondando mi mente. Traté de sacarlas con una ducha fría, pero el recuerdo de lo que había visto seguía latente. Aquel chico, tan joven e insolente, de repente había dejado de ser solo un vecino molesto. 
Los días pasaron y, aunque intenté no darle importancia, la curiosidad seguía ahí. El fin de semana siguiente, cuando lo vi de nuevo, sus ojos me dijeron todo sin que pronunciara una palabra. Había algo en él, algo más allá de su juventud, que me hizo sentir una chispa de intriga.
Esa misma noche, estando sola en casa, decidí que era hora de enfrentar esa curiosidad que me carcomía por dentro. Bajé de nuevo a su departamento con la excusa de pedir su ayuda con algunas tareas en mi hogar. Cuando toqué el timbre, su madre fue quien me recibió, y luego de intercambiar algunas palabras amistosas, llamó a su hijo. El joven apareció, visiblemente sorprendido al verme allí, pero aceptó mi invitación.
De vuelta en mi casa, las cosas tomaron un giro inesperado. Mientras hablábamos, hubo un momento de tensión en el aire, un momento donde lo no dicho parecía gritar más fuerte que las palabras. Le reté a que repitiera en mi cara esos comentarios que solía lanzarme con tanta facilidad. Para mi sorpresa, el chico, que solía mostrarse tan seguro de sí mismo, se sonrojó. Pero pronto, recuperando su audacia juvenil, se acercó a mí, confesando que siempre había sentido una atracción hacia mí, aunque sabía que por su edad nunca me habría atrevido a hacer algo más.
Lo que siguió después fue una conexión inesperada, como si, en ese instante, ambos hubiéramos decidido dejar de lado las convenciones y escuchar solo a nuestros deseos. El momento fue intenso, pero también cargado de emociones encontradas. Había algo en su manera de tocarme, de mirarme, que me hizo olvidar por completo la diferencia de edades. No era solo un acto físico, sino un encuentro en el que ambos, desde nuestras propias experiencias, parecíamos encontrar un refugio el uno en el otro.
Esa noche fue la culminación de semanas de tensión acumulada, pero también fue algo más profundo. Fue una experiencia que me hizo replantearme muchas cosas, desde mis deseos más ocultos hasta la manera en que juzgamos a los demás por su apariencia o edad.
Al día siguiente, cuando me desperté, no pude evitar sonreír al recordar lo ocurrido. Me sentía extrañamente liberada, como si al dejarme llevar por mis instintos, hubiera soltado una parte de mí que llevaba mucho tiempo reprimida. No fue solo un encuentro físico; fue un momento de auto-descubrimiento.
Espero que esta historia, más allá de su contenido, sirva para reflexionar sobre las veces en que la vida nos sorprende con situaciones que jamás hubiéramos imaginado. A veces, lo que creemos inapropiado o incorrecto puede abrirnos puertas hacia partes de nosotros mismos que ni siquiera sabíamos que existían.
Gracias por leerme, y espero que hayan disfrutado tanto de mi relato como yo disfruté de vivirlo.


Bueno amigos espero les haya gustado esta excitante historia y los espro para el siguiente relato gracias!!

Comentarios

  1. Como quisiera una mi vecinita así que le guste cojer cuando está sola me gustó mucho este relato me calentó bastante b

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