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Mi mejor amigo RELATOS E HISTORIAS






**Una tarde de tentaciones inesperadas**
Hola a todos los seguidores del blog. Hoy me animé a compartirles una historia que surgió casi por accidente, un momento que nunca imaginé vivir. Y, aunque pudiera parecer inusual, no me siento extraña ni culpable al respecto. A veces, la vida simplemente fluye y nos lleva a experiencias nuevas.
Esto sucedió a finales de septiembre. Para quienes viven aquí, en Paraguay, saben que en esa época el calor ya se siente intenso, pero las tardes suelen ser deliciosas. Ese día, el sol brillaba con fuerza, pero una brisa suave traída desde el río refrescaba el ambiente, creando una atmósfera perfecta para estar al aire libre.
Mis padres y mi hermano no estaban en casa; ellos habían salido, y yo me quedé disfrutando de mi propio espacio. Para combatir el aburrimiento, decidí aprovechar la tarde y tomar un poco de sol en la parte trasera de la casa, donde la luz caía de manera encantadora sobre el jardín.
Me puse mi bikini a rayas, una de mis favoritas, y preparé un pequeño picnic: un termo de mate, unas galletitas y un pote de dulce de leche que encontré en la heladera. Sabía que me esperaban unas horas de puro placer al sol, acompañada de mi música preferida, que sonaba a todo volumen, envolviéndome en un ambiente de tranquilidad y relajación.
Ringo, mi fiel bóxer, correteaba feliz a mi alrededor, siempre atento a cada movimiento. Mientras tomaba mates y mordisqueaba las galletitas, él se acercaba, esperanzado en que le compartiera un poco. Y, por supuesto, no me resistí. Entre risas y caricias, compartimos el último bocado.
El calor del sol sobre mi piel comenzó a hacerme sentir somnolienta, y pensé en lo bien que sería dormir desnuda bajo sus cálidos rayos. ¿Quién me vería? La casa estaba vacía, el jardín era mi santuario privado. Así que, sin más, dejé caer la parte superior de mi bikini y luego la inferior, entregándome completamente a la sensación de libertad.
El aire acariciaba cada rincón de mi piel, y el calor se concentraba en mi cuerpo, despertando sensaciones que no había previsto. Mis pensamientos comenzaron a divagar mientras sentía una suave brisa que recorría mi cuerpo desnudo, haciendo que cada poro se abriera al placer del momento.
Mis piernas, relajadas, se separaron ligeramente, y sin darme cuenta, el deseo comenzó a despertar en lo más profundo de mí. La sensación era embriagadora. Los rayos del sol, el aire fresco y el cosquilleo en mi piel creaban una sinfonía sensual que me envolvía en un estado de semiinconsciencia. Mi cuerpo reaccionaba de manera natural, como si cada fibra estuviera conectada a un impulso incontrolable.
Ringo, siempre fiel, permanecía cerca. Sentía su presencia y, curiosamente, el calor de mi piel parecía despertar su interés también. Entre el dulce de leche que quedaba en mis dedos y la sensualidad del momento, mi imaginación comenzó a volar.
Con una sonrisa pícara, mojé mis dedos con el dulce restante y jugué con la idea, acariciando mi piel lentamente, como si estuviera pintando un lienzo con el sabor de mis deseos. Ringo, intrigado por el aroma y el juego, comenzó a seguir el rastro que dejaba en mi piel, sus lamidas suaves despertando en mí sensaciones desconocidas.
Cada movimiento, cada caricia accidental se sentía como un baile entre lo prohibido y lo irresistible. Las lamidas eran ligeras, casi inocentes, pero suficientes para hacerme estremecer. Y en ese momento, entre el calor del sol y la intensidad de las sensaciones, me dejé llevar por un deseo oculto, un placer que nunca había explorado.
El juego continuó durante lo que pareció una eternidad, una danza sensual donde cada lamida, cada roce despertaba en mí un torrente de emociones que nunca imaginé sentir. Mi piel ardía de placer, mis gemidos eran suaves, casi imperceptibles, pero mi cuerpo vibraba con cada toque.
Y justo cuando el deseo alcanzaba su punto máximo, una ráfaga de realidad me golpeó. Sonreí para mí misma, recogí mis cosas y volví a la casa, aún con el eco de la tarde grabado en mi piel.
A veces, la vida nos sorprende con momentos de pura sensualidad, donde la frontera entre lo real y lo imaginario se difumina, y todo lo que queda es el placer de dejarse llevar.
Espero que hayan disfrutado de esta historia, y no olviden seguir explorando el blog, compartirlo con sus amigos, y seguirme en Facebook y Twitter. ¡Gracias por leer!

Comentarios

  1. pues que perrito tan afortunado y que calentura la de está niña y que bien que se la pasó con su mascota

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  2. Exelente Relato muy Exitante.

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