El primer trio

Soy una mujer de 43 años, casada, con tres hijos, conservando mi figura gracias al deporte diario. Mis atributos, aunque modestamente descritos, son un busto elegante y un trasero firme, esculpidos por la dedicación al ejercicio.
La historia que voy a compartir es de esas que nunca imaginé vivir. Mi marido, con el pasar de los años, había insinuado la idea de un trío, algo que al principio rechazaba con vehemencia, tachándolo de inapropiado. Sin embargo, su paciencia y el conocimiento profundo de mis deseos más ocultos, cultivado en 22 años de matrimonio, fueron minando mis defensas.
Nos introdujo en este juego de fantasías con un juguete, un consolador que parecía más real que la vida misma, más grande que la naturaleza de mi esposo. Este se convirtió en un ritual semanal de nuestro amor, y con el tiempo, en una necesidad personal para mí, incluso en momentos de soledad.
Una noche, en el calor de la pasión, pedí una doble penetración, algo que siempre había sido iniciativa de mi esposo. Fue entonces cuando, mientras me susurraba al oído, sugirió que en vez del juguete, un hombre real podría darme ese placer. Sin pensarlo, acepté, y el deseo de él se convirtió en nuestro deseo compartido.
Ese momento de aceptación encendió una pasión en él que no pudo contener, llevándonos a un clímax que solo fue el comienzo. Continuamos jugando, explorando los límites del placer con ese juguete, que ahora no solo era un objeto, sino un símbolo de nuestra nueva aventura.
Esa misma noche, comenzamos nuestra búsqueda en internet, descubriendo un mundo de posibilidades que antes rechazaba ver. Decidimos que era el momento de hacer realidad esta fantasía.
Después de una semana, encontramos a un joven turista argentino de 31 años, dispuesto a participar en nuestro sueño. Nos reunimos en una cabaña cerca de Chillán, y aunque al principio la ansiedad me consumía, la presencia del joven y la seguridad de mi esposo me tranquilizaron.
La noche fue una sinfonía de caricias y susurros. Mi esposo tomó el liderazgo, excitándome, mientras el joven se integraba en este baile de deseos. Su boca exploraba mi piel, sus manos descubrían mis curvas, y yo me dejé llevar por esta experiencia, cerrando los ojos a la realidad y abriéndolos a un mundo de placer.
La destreza del joven en el arte del amor oral fue reveladora, llevándome a cimas que nunca había conocido. Mi esposo, observando y participando, se sumergió en este acto, su deseo renovado al ver cómo me entregaba.
El momento culminante llegó cuando, con el consentimiento de mi alma y cuerpo, experimenté la unión de dos hombres en un acto de amor y lujuria. Cada movimiento, cada suspiro, era una nota en la melodía de nuestro deseo compartido.
Al final, en un abrazo sudoroso y lleno de gratitud, agradecí a mi esposo por haberme llevado a este descubrimiento de mí misma, por haberme mostrado que podía ser una mujer libre en su deseo, sin la etiqueta de lo que una vez pensé que era correcto o incorrecto.
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Buenisimaaa
ResponderBorrarExcelente relato de un apetecible trío felicidades y publiquen otro
ResponderBorrarExcelente relato ,muy excitante
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